El arte de Carmen Einfinger es exuberante. Sus colores brillantes y la libertad de los trazos transmiten emociones complejas pero también reflejan los aspectos más alegres de su infancia en Brasil: el sol, el mar, las frutas y la flora frondosa, así como la libertad de trepar descalza a los árboles.
Para Einfinger, crear arte es un viaje que la transporta eventualmente a un lugar parecido a la felicidad.
“Cuando me encuentro en ese espacio me siento increíblemente conectada con la vida,” afirma. “Es como tocar el mundo. Uno se siente eufórico.”
“My Brain,” (Mi Cerebro) por la artista Carmen Einfinger
Es un estado extraordinariamente satisfactorio, alrededor del que ha construido su vida. Pero para llegar hasta allí, Einfinger debe atravesar a menudo paisajes emocionales más traicioneros de su pasado, uno que incluye cinco años en un orfanato de São Paulo.
Este viaje del dolor personal a un estado en el que la creatividad tiene lugar es compartido por muchos artistas, escritores y músicos. Y esa destacada metamorfosis es uno de los grandes misterios del proceso creativo, un misterio que la ciencia acaba de empezar a investigar.
Una instalación de Einfinger en Dolna Square en Gdansk, Polonia
El Dr. Charles Limb, Jefe de Otología, Neurotología y Cirugía para la base del cráneo en la Universidad de California, Facultad de Medicina de San Francisco, fue uno de los primeros científicos en examinar lo que ocurre en el cerebro durante la creatividad.
Concibió un estudio fMRI para monitorear los cerebros de los músicos profesionales de jazz en su transición de tocar una pieza conocida de música, a la libertad de la improvisación creativa.
Los escáneres mostraron dos cambios importantes en el cerebro. El área en la parte frontal del cerebro (córtex prefrontal) donde se dan el autocontrol y la autocrítica, queda inoperante. Y el área que se encuentra justo en la parte posterior a ésta (córtex prefrontal medio), que se encarga de la memoria y las emociones, se activa.
Según un estudio del Dr. Charles Limb, la actividad cerebral se modifica drásticamente cuando realizamos actividades creativas. El área en la parte frontal del cerebro (córtex prefrontal) donde se dan el autocontrol y la autocrítica queda inoperante. Y el área que se encuentra justo en la parte posterior a ésta (córtex prefrontal medio), que se encarga de la memoria y las emociones, se activa.
Para los artistas, y para todos los que deseen enriquecer su vida con creatividad, una de las preguntas claves que el estudio planteó fue: ¿Cómo se suprime la crítica interna para poder entrar en el espacio creativo?
La respuesta científica, al igual que la frase de desenlace de esa vieja broma sobre cómo llegar al Carnegie Hall, parece ser práctica, práctica, práctica.
Eso fue lo que descubrió otro estudio, publicado en el Journal of Neuroscience. Los investigadores descubrieron que el córtex prefrontal se inactiva en proporción directa al nivel de experiencia de un artista. En otras palabras, a más nivel, más puede dejarse llevar y sobresalir.
Esa liberación de la autocensura y la activación del córtex prefrontal medio que la acompaña, con su conexión a la memoria personal, podría arrojar cierta luz sobre el “lado oscuro” de la libertad creativa (piense en lo que se conoce como “el artista torturado”). Las emociones difíciles suelen ser parte del proceso.
“Cuando eres un artista mucho proviene del inconsciente, y en el inconsciente puede haber mucho dolor,” afirma Einfinger. "Eso conlleva valor.”
Aunque es un médico experto, la experiencia personal del propio Limb como músico también le ayuda a explicar por qué el arte puede ser uno de los aspectos más satisfactorios de la vida.
“Creo que entiendo mejor casi cualquier experiencia humana (el amor, el dolor, el sufrimiento, la felicidad, el júbilo, el éxtasis) gracias a la música,” afirma. “Nunca sentí que nada se acercase tanto como la música a la hora de embellecer y comprender el mundo."
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